Hace dos días me sentí dentro de una película, de esas de Hollywood en las que algo le sucede a los adultos y les hace dudar sobre si la ilusión que sienten los pequeños al esperar sus regalos, sus pequeños milagros, no es únicamente una ilusión creada por los mayores y sí además una ilusión verdadera en la que creer y con la que soñar.
Sí, hace dos días sentí la ilusión de la Navidad, y a mí misma no pude más que decirme: <<la magia de la Navidad existe>>.
En Navidad, hace ya unos años, desde que tengo sobrinos, siempre me he encargado yo de los regalos de Papá Noel para los más pequeños de la casa. De la casa de los abuelos, que es donde llega el entrañable barbudo vestido de rojo. Eso sí, siempre les he dicho que a Papá Noel no le escribía una lista de regalos si no que le dejaba traer lo que él quisiera. Yo lo único que hacía era proporcionarle pistas sobre lo que a ellos les gustaba hacer, a uno pintar, al otro el fútbol, al otro los puzles ,…o cosas como sus colores favoritos.
Pero es verdad que en los últimos años, y a medida que los pequeños lo eran menos, les iba pidiendo sugerencias a ellos. El caso es que éste año una de mis sobrinas aparte de pedir, o mejor dicho sugerir, un juego de ingenio para toda la familia, me pidió un Baby Pelón.
<<Tía, es que además es un muñeco solidario para ayudar a niños que tienen que estar mucho tiempo en el hospital porque están malitos>>, me dijo mi princesa. Princesa que ha tenido que pasar mucho tiempo de su vida en un hospital, pero esa es otra historia.
Así que, aunque siempre me ha gustado sorprenderles y hacerles creer que Papá Noel traía lo que él quería, y consideraba, con la información que yo le había proporcionado en la carta que le mandaba al Polo Norte, éste año, sin dudarlo, me puse a buscar ese Baby Pelón solidario con niños enfermos. Y debe ser que muchas otras cartas que le llegaron a Papá Noel estaban cargadas de solidaridad, porque, centro comercial al que acudía a buscarlo, centro comercial en el que el Baby Pelón estaba agotado.
Se le olvidará, quería pensar. Pero no, cada vez que hablaba con ella y salía el tema de Papá Noel me decía: <<tía, ya sé que Papá Noel trae lo que él quiere pero a ver si te hace caso y me trae el Baby Pelón. Tía, ¡Es solidario!, seguro que lo trae>>.
Su madre, la de la princesa, y yo, montamos un grupo de trabajo como buscadoras de Baby Pelón. Ardua tarea pero sin ningún tipo de éxito.
Yo lo esperaba, pero no. No se le olvidó. Hace tres días me lo volvió a recordar: <<Ay, a ver si me lo trae>>. Ante esa tierna voz cargada de ilusión no pude más que avanzarla lo que ya iba a suceder el día de Navidad, que era no tener a su Baby Pelón solidario. Pobre, no podía dejarla seguir tan ilusionada.
<<Cariño>>, le dije, <<verás, se me olvidó incluir en la carta al Baby Pelón, es culpa mía cariño pero bueno a ver si me da tiempo a incluirlo en la de los Reyes Magos>>.
<<Bueno tía no pasa nada, si era porque es solidario>>, me contestó la princesa. Qué pena no poder hacer realidad su ilusión, pensé.
Viernes, a dos días de la Navidad, en la oficina se respiraba el ambiente navideño. Apenas pasado el mediodía se empezaron a escuchar los primeros corchos saliendo disparados de las botellas. Nos juntamos todos para brindar y hacernos una foto para subir a las redes sociales de la empresa. Ya con copa en mano y charlando distendidamente muchos compañeros comentaban como se irían algo más temprano ya que les quedaban bastantes regalos por comprar. Entre ellos lo comentó la Directora de Comunicación. Yo les dije que ya los tenía todos, bueno, todos menos uno que me había resultado imposible encontrar ya que estaba totalmente agotado, un tal BabyPelón solidario.
Entonces sucedió. La Directora de Comunicación me miró con una sonrisa cómplice y me dijo: <<yo tengo uno>>. << ¡Qué me dices!>>, exclamé. << ¡Te pago lo que quieras!>>.
Le conté la historia de mi sobrina y me dijo:<<te lo doy>>.
<<Pero, ¡qué me dices!, ¿seguro?, voy a buscarlo a tu casa, esta misma tarde o mañana cuando tú me digas>>.
<<Lo tengo aquí>>, afirmó
<< ¡Qué dices!, no me lo puedo creer. ¡La Magia de la Navidad existe!>>
Sí, no podía dar crédito. Papá Noel existía. ¡Tenía delante de mis ojos y en mis manos una caja preciosa con un BabyPelón dentro! Un cliente le había hecho llegar a la Directora de Comunicación ese regalo solidario.
¿Qué probabilidad existe de que un cliente te envíe un muñeco por regalo? Y, ¿que sea el que justo quería mi sobrina y que justo una hora antes de irme del trabajo en una conversación de pasillos surja el tema?
Le hice una foto al deseado Pelón y se la envié a mi cuñada acompañada del texto: flipando, flipando, flipando. En cuanto la vio me llamó sin entender muy bien que significaba mi mensaje. Al explicárselo me dijo lo mismo que yo había pensado hace unos minutos: << ¡Qué increíble, la magia de la Navidad existe! ¡qué ilusión le va a hacer!>>
Me fui a comer a casa de mi cuñada y allí estaba ella, la princesa. Le dije: <<cariño, que sepas que he mandado una carta urgente a Laponia, directamente a la casa de Papá Noel, por si él ya ha salido, para que por favor le envíen urgente un Baby Pelón para ti. No sé si funcionara, pero he hecho todo lo que he podido>>.
<<Gracias tía, te quiero infinito>>
Por cierto, os dejo, me voy a jugar con mi princesa y con su Baby Pelón.
¡¡¡FELIZ NAVIDAD Y QUE LA MAGIA DE LA NAVIDAD OS ACOMPAÑE!!!